Última Reflexión

Ya sé que es un poco apresurado el haber hecho el blog recién y ya estar publicando un título como este, pero me tincó publicar un cuentito que escribí hace un tiempo atrás, en momentos más oscuros, cuando escribia bajo el seudónimo de "El Redactor de Epitafios". Igual ha tenido buena aceptación entre mis amigos, así que, aprovecho de presentarlo denuevo.



Última reflexión

Ya no recuerdo siquiera como comenzó, quizás ellos dieron el primer paso, tal vez fui yo. Lo que sí sé por seguro, es que el gran pisotón fue mío.

Siempre fui como aquel desadaptado de las películas, el que prefería pensar un poco antes de actuar, el que solía permanecer callado a pesar de tener grandes preguntas o aportes que dar y aquél que no se movía por medio a una reacción negativa por parte de otros.
-¿Y le contaste de esto a alguien? ¿A algún amigo o familiar quizás?
-Sí, pero mis padres pensaban que era algo típico de la edad. Que era tan solo una etapa y que se me iba a pasar… Con respecto a mis amigos… No, los cambiaba antes de poder contarles.
-¿Por qué?
-Traté de ser reconocido, seguí aquel estúpido consejo de que si quieres ser alguien, debes ser tú mismo, pero como resulta obvio, y como te dije, fue estúpido. Me transformé en el desadaptado, en el ratón de biblioteca y el caballero que le abre la puerta a las damas en vez de rajarles las poleras y meterme en sus calzones antes de que puedan reaccionar. Pasé a pintarme de todos los colores posibles y seguí siendo transparente.

Como te iba diciendo, comenzaron a identificarme como aquel tipo que no salía, como aquel antisocial que solo vive por sus estudios y que a los ojos del mundo, no se atreve a ser. Por eso había decidido hacer un cambio radical. Me volví en el ladrón, en el galán y en el valiente de un día para otro.

Cambié a los hermanos de juegos por compañeros de carrete. Las camisas rayadas o las poleras negras pasaron a ser coloridas poleras con diversas marcas de alcohol estampados, o buzos anchos y suelto arrastrados por el barro que derramaban las botellas.
-¿Y cómo te fue con eso?
-Al principio, comencé a encajar bastante bien. Los reyes a trapo me integraron a su elite alucinógena. Y estuve con ellos en las buenas y en las malas, pero cuando era yo el que pedía una mano para levantarme, se dieron vuelta y jugaron a no conocerme inclusive a pesar de que yo era su tema de conversación.
Tropecé muchas veces, hasta que decidí que no tenía sentido seguir en lo mismo y cambié una vez más.

Desperdicié gran parte de mi tiempo inútil tratando de entrar. Cambiando de bueno a malo, de esforzado a flojo, de útil a estorbo y de amigo a enemigo, mas, al final, volví a donde mismo.
-Pero eso le sucede a muchos jóvenes, a todos prácticamente les pasa lo mismo, pero pocos terminan tan rápido como tú. ¿Qué te hizo bajar hasta estos lados?
-No sé realmente. Creo que con tanto cambio, estaba cansado de ser yo y de ser otros, como así, los demás encontraban divertido que improvisara nuevos papeles cada semana y que terminara haciendo el ridículo. Habría dejado que el problema muriera ahí si ellos no me hubiesen rebalsado. Quizás, si no me hubiesen ignorado de principio, no vestirían esos trajes tan tristes ni se revolcarían mentalmente del asco tratando de sacudirse a los gusanos.
-Pero tú fuiste el que hizo todo ¿no? Tú fuiste quién se sentenció con la piedra de versos invernales sobre su propia cara en vez de seguir pisando la grada.
Cuéntame sobre los momentos previos a tu descenso en vez de andar buscando culpables por tus acciones.
-M… es obvio que a pesar de todo lo que oyes, es poco lo que escuchas…
-Yo conozco perfectamente los hechos, pero trato de borrar prejuicios para ver un poco más allá.
- Bueno, como digas.
Pasé meses acumulando esa rabia en mi y unas pocas semanas planeando como sacarme la mochila mientras mi padre se perdía en su trabajo…
-¿En como asegurarse un buen futuro para ti?
- Y mi madre se gastaba la lengua con patéticas historias de otros
-Lo cual resulta cómico porque…
-Resulta cómico porque a pesar de que se fascinaba escuchando sobre la vida de los demás, nunca se preocupó porque tratara de picarle las orejas con mis verdades.
Finalmente llegó aquel claro día negro. Dije alguna que otra mentira, que estaba enfermo para no tener que llegar temprano. Para cuando arribé ya tarde, estaban todos es sus clases escuchando alguna que otra lección que no les serviría absolutamente de nada…


…Había un baile de rosas rojas y negras flotando en el cielo mientras que unos ángeles se reían conmigo. Se reían, me sonreían y me felicitaban mientras que mi cetro de plata, digna de héroes, brillaba entre mis dedos.

El sueño termina cuando los pétalos se derraman sobre aquellos cuerpos celestiales cuyas caras pude reconocer que odiaba y sentí como mi trofeo me quemaba las palmas.

Las caras, huellas de los que estuvieron no eran más que cadáveres, mientras que algunas pocas almas que todavía seguían viviendo sus cuerpos lloraban por clemencia. Todo era lento, y aunque los gritos inundaban el lugar, mis oídos y mis ojos dejaron de percibir para poder ver y oír mi réquiem. Pero la verdad es que luego descubrí que no era solo el artista maldito, debía ser de la obra maldita. Todo se oscurece, dejándome solo conversando en esta pequeña y sucia celda con lágrimas talladas frente a mis ojos y una última reflexión demasiado larga y dolorosa como para poder retenerla en mi ser por siempre.

El Redactor de epitafios

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